DESMITIFICANDO AL MONSTRUO

lunes, 15 de marzo de 2010

“NO QUEREMOS TU MALDITA SANGRE MARICA”



Hace pocos días asistí a una donación masiva de sangre para un caso especial y confieso: fue una decisión difícil. Es que resulta inevitable sentir miedo a que te extraigan medio litro de sangre y a que te introduzcan una aguja del tamaño de un tubo. Tomé fuerzas de mi voluntad lesionada y diligencié el formulario que entregan a los voluntarios. Respondí en él muchas preguntas ordinarias sin que ninguna me causara escozor, hasta que llegue a una muy particular que decía: ¿ha tenido relaciones sexuales con otros hombres? Soy consciente de que hay que mirar todos los factores de riesgo en una persona, pero dudé en colocar que sí. Y no porque mi closet tenga llave y no tenga el arcoíris pintado en la frente, sino porque tal vez no podría donar. Decidí ser sincero; pensé que faltaría al respeto propio si mentía de esa forma aunque fuera para una buena causa. Al ingresar con la bacterióloga que realiza la evaluación previa a la donación, ésta revisó una por una las respuestas en el formulario sin encontrar causas que me impidieran donar, como anemia , enfermedades previas, infecciones o tratamientos, hasta que llego a la famosa pregunta y quiso confirmar : ¿ has tenido relaciones sexuales con otros hombres?, y yo le dije: si soy loca . No puedes donar, respondió automáticamente. Intente explicarle que no he tenido relaciones sexuales en varios meses, que mi última pareja fue estable por 2 años y que utilizo preservativos, pero su negativa fue rotunda. “Las normas internacionales son claras”, expresó con vehemencia. Quede excluido de la donación y me sentí discriminado. No porque no entienda y acepte las normas de bioseguridad, las cuales apoyo como trabajador de las salud que soy’ sino porque la razón por la cual no puedo donar es una categorización y no la existencia de unos factores de riesgo excluyentes. Sentí como si me dijeran textualmente “no queremos tu maldita sangre marica”.
Este problema de discriminación inicia con la declaración internacional de las normas de bioseguridad para donación de sangre por parte de la OMS en los años 90 donde se excluyen hombres homosexuales, prostitutas, heroinómanos, personas tatuadas, hemofílicos y personas que hayan viajado a zonas de riesgo como Haití o África subsahariana. Estas normas surgen con el afán de evitar la trasmisión del VIH por medio de la transfusión sanguínea. Es que aunque a toda las sangre que se transfunde se le realiza la prueba de elisa , existe un periodo de ventana que dura en promedio tres meses desde el momento del contagio, en el cual el paciente está infectado pero la prueba es negativa. Se piensa entonces que excluyendo éste grupo poblacional categorizado como de alto riesgo para VIH, se va a evitar que donen personas en periodo de ventana. Este tipo de exclusiones se convierten en discriminación.


Es que el hecho de ser homosexual no es un factor de riesgo para contraer el VIH, y aunque puede ser cierto que existe un mayor porcentaje de personas infectadas en ésta población en comparación con heterosexuales, no existen estudios objetivos que puedan determinar cuál es el nivel de diferencia de este porcentaje. De hecho un estudio de este tipo seria sesgado por lo que implica confesar actos sexuales disidentes. Tampoco hay que irse al extremo de negar la relación histórica entre el VIH y las disidencias sexuales, pero no debe excluirse a una persona por categorizaciones sino por factores de riesgo. Si una persona se considera disidente sexual y no ha tenido relaciones sexuales en meses, o tiene un pareja sexual estable o tiene relaciones sexuales con protección (lo llamado sexualidad responsable) entonces se encuentra en las mismas condiciones que una persona heterosexual con las mismas costumbres; ¿qué razón habría para excluirlo? Si la respuesta es porque es homosexual entonces es discriminación. Es que los verdaderos factores de riesgo incluyen actividades como contactos sexuales sin protección, con múltiples parejas, con una persona desconocida o con grupos de alto riesgo para VIH; ¿y es que los heterosexuales no practican la promiscuidad? ¿O es que los heterosexuales no tienen relaciones sexuales con personas desconocidas y sin condón? ¿No son las amas de casa un grupo de riesgo importante para VIH?
Como van las cosas en la actualidad con respecto al VIH, los heterosexuales, las quinceañeras dulces de la casa, los púberes y hasta los sacerdotes y monjas deben ser considerados potenciales infectados en periodo de ventana. Entonces ¿por qué excluir a los homosexuales?… ¿será que no quieren que se transfunda sangre marica infectada de sodomitis aguda?¿por qué excluir a provenientes de Haití y de África subsahariana si en los estados unidos el índice de VIH también es alto? ¿ Es que acaso tampoco quieren que se trasfunda sangre negra?
No donar debe ser una decisión de auto exclusión, tomada después de un proceso de educación y concientización acerca de los verdaderos factores de riesgo que incluyen a la persona en el grupo de posibles infectados en periodo de ventana.


AUTOEXCLUSION
Auto exclusión es cuando la persona voluntaria para donación decide mejor no donar al encontrar en su historial factores de riesgo que pueden ser perjudiciales para aquel que reciba su sangre, pero ésta decisión de no donar es el resultado de una educación previa que incluye las explicaciones y las razones por las cuales un factor de riesgo es excluyente. Tampoco quiero que se entienda que se le puede decir a la persona: “oye, si eres marica autoexclúyete”, el objetivo es que la persona tenga plena conciencia de que sus hábitos sexuales son los que determinan si puede donar o no y no tiene que ver en este rollo si prefiere hombres o mujeres.
Pienso además, que la autoexclusión supera a la exclusión categórica normalizada puesto su base es la educación y el conocimiento y puede hacer que incluso aquellas personas que no hacen parte de los grupos denominados de riesgo y que pueden tener razones para no donar, no donen, o que aquellas que si tienen factores de riesgo no mientan para poder donar.
Al excluir a “homosexuales” de las donaciones se pierde no solo una cantidad inimaginable de sangre de calidad, que es tan escasa actualmente, sino también ese toque de arcoíris en nuestra sangre que podría, por medio de nuestra voluntad de donación, aportar granos de arena coloridos para salvar vidas.

Amigablemente,
ROCO
Médico disidente
Colectivo Calleshortbus

“QUE NO SE TE PARTA EL CONDON”



Mucha gente ha tenido experiencias poco alentadoras con el uso del condón: “se rompió y no me di cuenta”, “se quedó adentro” “estaba apolillado”. Es muy común escuchar quejas y afirmaciones acerca de la mala calidad de los condones y su supuesta falta de protección completa, pero estas afirmaciones en su mayoría se basan en malas experiencias que son resultado del mal uso del condón y de los mitos que alrededor de él se construyen.


En primera medida el condón si protege. Muchos se excusan diciendo que el tamaño del virus del VIH es menor que el de los poros del látex como si para lo único que se usara el condón es para la prevención del sida. Imagínense entonces un virus nanoscópico intentando pasar con intenciones malévolas los poros ultramicroscópicos del látex sin un fluido que lo transporte, me recuerda a Alfred Hitchcock. Esas afirmaciones son solo escusas de las que se llenan ciertas personas para no protegerse.


En la vida disidente el uso del condón es muy importante porque nos protege en gran medida frente a enfermedades de transmisión sexual: VIH, sífilis, gonorrea, condilomatosis, hepatitis B y todas sus amigas. Recuerden además que hay infecciones por virus de papiloma humano que predisponen la aparición del cáncer de recto y que se pueden evitar con el condón; eso sin mencionar que es mas higiénico y que te protege de infecciones bacterianas comunes fáciles de adquirir por la flora tan variada que existe en el recto.
Es por todo esto que les recomendamos los siguientes puntos con respecto al uso del condón:


1. Usen siempre condón. Siempre protege; los que venden en las farmacias y otros establecimientos legales tienen una calidad controlada y certificada; nunca es tarde para empezar a usarlos. Una de las pocas escusas verdaderas para no usar condones comunes es la alergia al látex; para las personas que sufren de este inconveniente existen otro tipo de condones en otro material que también protegen, pregunten por ellos en la farmacia.


2. Verifiquen siempre la fecha de vencimiento. Un condón vencido se sale de los estándares de calidad establecidos y no se garantiza su seguridad.


3. No cargue los condones en la billetera. Cuando se usa en una billetera que además se guarda en el bolsillo trasero del pantalón es posible dañarlo con la presión constante al sentarse y con el movimiento o con otros objetos que se guarden en la billetera. La recomendación es llevarlo en un bolsillo amplio o en un bolso o una cartera en donde no tenga contacto con objetos de bordes lesivos o puntiformes (llaves, tarjetas, ganchos, etc.)


4. Tenga cuidado al abrirlo. No se deben usar los dientes ni otros objetos, todos vienen con envolturas fáciles de abrir con los dedos.


5. Debe colocárselo o colocarlo con el pene erecto y antes de cualquier contacto. El solo contacto piel con piel y el contacto con secreciones pre eyaculatorias puede ser un factor transmisor de enfermedades. Es falso pensar que el condón se debe usar solo cuando se va a eyacular.



6. Debe aprender a colocarlo o colocárselo correctamente. A la hora de colocarlo, pongan el condón en la punta del glande y desenrollen el condón a lo largo del pene hasta llegar a la base del mismo. Hay dos cosas a las cuales deben estar atentos a la hora de poner el condón: la primera es que el condón tiene un lado derecho y un lado reverso, solo por el lado derecho se puede desenrollar. Si se equivocan poniéndolo por el lado reverso, descártenlo y usen uno nuevo ya que la parte exterior del condón ya habría entrado en contacto con el pene. Dos, al poner el condón asegúrense de que no quede aire atrapado en el depósito en la punta del condón; para lograr esto aprieten la punta del condón con el dedo índice y el dedo pulgar. Si a quien lo coloca le es difícil completar todos estos pasos a la vez, el otro lo puede ayudar apretando la punta del condón para evitar que quede aire atrapado.


7. Use el lubricante correcto. La región ano-rectal es una zona muy hostil para el condón y se corre el riesgo de que la presión lo rompa, por lo que el uso de un lubricante que facilite la penetración es asertivo. El verdadero problema radica en el tipo de lubricante que se usa. La gran mayoría de los condones que conocemos son de látex, y el látex se desnaturaliza con el aceite, es decir que si se usan productos aceitosos como la vaselina, la mantequilla y otras grasas, el condón puede romperse. Se deben usar lubricantes a base de agua para los condones de látex. Los más famosos del mercado son: KY de Johnson y Johnson, wáter glide, lubricantres wet, action lube, etc. Para los otros tipos de condones, el lubricante debe elegirse de acuerdo al material y estas indicaciones vienen en la envoltura del condón.


8. Se debe usar un condón nuevo por cada polvo. No se debe usar el mismo condón para varios actos sexuales puesto que le entra aire y se puede romper por el uso previo.


9. no se deben usar dos condones al mismo tiempo. El uso doble de condón no da más protección, por el contrario, aumenta el riesgo de romperse por la fricción.


10. Use condón para el sexo oral. Existen para este fin condones de sabores que son una opción segura y placentera. Recuerden que por medio del sexo oral también se trasmiten enfermedades.


11. Retirar adecuadamente. Al terminar el acto no debe dejar que el semen se derrame, se debe retirar el condón antes que se pierda por competo la erección y presionar en la boquilla. Se debe desechar de la forma más higiénica posible.


Por último disfruten abiertamente de su sexualidad disidente. Como dice un gran filósofo: “se vale todo en este sándwich de salchicha”, pero se vale cuando se coloca por delante el cuidado de nuestra integridad física y emocional.


Amigablemente
ROCO
Médico disidente
Colectivo Calleshortbus

sábado, 6 de marzo de 2010

CUANDO LOS QUE DEBEN SABER DE VIH NO SABEN

Alirio aguardaba en una silla apartada de la sala de espera a ser llamado por un prestigioso odontólogo de la ciudad, mientras que algunas miradas poco discretas alimentaban aquel repudio colectivo que apareció el día en que se confirmo su infección por VIH. La cita semestral acostumbrada estaba algo retrasada porque tardaron en llegar los insumos desechables de uso especial para pacientes infectados. Al entrar al consultorio notó mejores atuendos en aquel profesional respetado y aludido, el cual casi no reconoce por la careta, el tapabocas y el gorro que no usaba hace seis meses cuando no se sabía de su enfermedad. Su forma de atenderlo era sospechosamente meticulosa y comedida. El uso de doble guante parecía incomodarle, pero no lo desconcentraba ni impedía que realizara con experimentada técnica la limpieza de los dientes. En un acto reflejo por la profundización de la fresa, de la boca de Alirio salió un rocío de saliva sanguinolenta que fue a dar sorpresivamente a la porción de la frente del odontólogo que la careta dejaba desprotegida. El dentista salió de prisa y azorado a lavar su cara con alcohol yodado y dio por terminada la consulta sin dar explicaciones, para ir a la urgencia y registrar aquel catastrófico accidente biológico. Alirio salió alicaído del consultorio con media dentadura atestada de cálculos mientras la concurrencia del lugar, enterada de todo por la secretaria, lo miraba con aversión.

Han pasado más de 3 años de aquel indeleble suceso y en todo este tiempo no ha asistido al dentista, ha tenido un buen control de su infección por VIH y de lo único que padece es de caries. Leyendo el periódico vio una noticia que anunciaba la muerte de su antiguo odontólogo, al parecer víctima de SIDA por una de sus muchas amantes que le había sido infiel.

Esta situación no es tan descabellada como parece, el personal de salud en Colombia también hace parte de las víctimas del VIH SIDA y no precisamente porque sus pacientes los contagien (excepto aquellos con los cuales mantuvieron relaciones coitales). Pero el tema a colación no es la susceptibilidad del personal de salud frente al VIH por su contacto permanente con pacientes, el cual de hecho no está tan alejado al de una persona con otras ocupaciones y ya es muy bien conocido por las mayorías; el problema planteado radica en el desconocimiento o la mala aplicación de los conocimientos vagamente adquiridos y su impacto sobre la atención humanizada de los pacientes positivos.


Existe un terror generalizado a la hora de atender pacientes con VIH por temor al contagio y cuando llega uno de ellos a la consulta o a un procedimiento, la protección es extrema y la distancia médico paciente es la máxima; pero aunque suene paradójico los pacientes diagnosticados y en tratamiento pueden ser eventualmente menos contagiosos.

Lo que determina la probabilidad de contagio de un persona a otra es la carga viral del infectado, esto es la cantidad de virus que circulan en la sangre. Los ya diagnosticados, si están controlados, manejan cargas virales indetectables (muy, muy, bajas) puesto que este es el objetivo de tratamiento, pero los que no están diagnosticados (que es un porcentaje importante de la población) como no están en tratamiento manejan cargas virales exageradas y aun más cuando su contagio es reciente. Existe algo que se llama periodo de ventana, este periodo es cuando la persona está recién contagiada y el virus apenas empieza a multiplicarse alcanzado los niveles más altos de carga viral en todo la historia natural de la enfermedad; este periodo puede durar aproximadamente tres meses y la mala noticia es que durante este tiempo la prueba de Elisa es negativa. Se estima que por cada paciente que el médico atiende y que ya tiene el diagnostico de VIH, atiende otros cuatro que están en periodo de ventana o no saben que están contagiados, “el peligro” es inimaginable.


Hay otros conceptos que los profesionales en salud (médicos, enfermeras, odontólogos, auxiliares, etc.) no tienen en la cuenta y es que existen otras enfermedades que pueden ser más contagiosas que el VIH e igualmente con posibilidades de morir, como la infección por hepatitis B, otros virus, bacterias hongos, etc. No se aplica correctamente el precepto de que las normas de bioseguridad son para todos los profesionales, con todos los pacientes y con el mismo grado de protección.

Teniendo en la cuenta estos aspectos resulta absurdo y discriminante cuidarse más con un paciente VIH positivo que con uno que supuestamente no lo es, sin mencionar que es una actitud de extrema ignorancia del personal médico. Lo peor de todo es que sigue y seguirá pasando a pesar del amplio recorrido que se lleva con esta enfermedad y el alto impacto de la misma; continuaremos viendo doble guante para unos y cero guantes para otros, profesionales disfrazados de fumigadores y pacientes intocables.


AMIGABLEMETE:

ROCO

Medico disidente

Colectivo Calleshortbus